lunes, 9 de septiembre de 2013

CAPITULO 2

Darío vuelve a desviar unos segundos la mirada y la ve de nuevo, ¡Está preciosa con ese bañador azul celeste! Bueno, en realidad está preciosa con cualquier cosa que lleve. Si es que ni siquiera, Afrodita, la más hermosa diosa del Olimpo, se puede comparar ni de lejos a Erea. Por culpa de ella, Darío ha averiguado lo que significa el amor, y ciertamente duele. Su corazón muere cada vez que la ve, su cuerpo se derrite cada vez que sus miradas se cruzan y le faltan adjetivos para describir lo que siente cada vez que una sonrisa sale de su boca dedicada a él.
Nada sin tu amor, 
un sonido en mi interior 
como balas de cañón 
vive en mí. 

Al oír tu voz 
se dispara el corazón 
como una revolución, 
soy así.
               No puede evitar sentir un gran dolor en el pecho cuando el corazón se le encoje al escuchar esos versos de Nada sin tu amor de Hugo Salazar. Suspira.
               Se levanta de la tumbona, deja su toalla en ella junto a su móvil y la crema. La mira una vez más con cierto disimulo y piensa si debería acercarse a ella con la excusa de entrar en la piscina. Sí, es una buena idea. Erea está sentada al borde del agua junto a algunas amigas suyas, al lado de las escaleras que se introducen en la piscina de agua templada.
               Lentamente, se acerca a ella, pensando aceleradamente en lo que puede decirle, ¡No se le ocurre nada! Quizás no ha sido finalmente, una buena idea acercarse a ella, siente como sus piernas comienzan a temblar, ¿Qué le dice?
               Está a menos de dos metros de Erea cuando de repente, un balón del Barça llega a sus pies botando.
               -¡Ey Dario, pasa aquí! –Grita David, un compañero de su clase agitando los brazos en alto desde la piscina. Alrededor de este, otros seis chicos, también le piden el balón, se les ha escapado.
               Darío se agacha y lo recoge mirando una milésima a su alrededor, las pocas personas que hay en ese momento en la piscina del hotel, lo están observando, incluso Erea. Eso significa que no puede quedar mal en el lanzamiento, pudiéndose quedar corto o lanzar demasiado lejos. Su dignidad está en juego, no puede fallar. Tensa los músculos y toma impulso para lanzarla.
               -¡Buenos días guapo! –Gritan dos voces alegres a su espalda. Eso lo desconcentra unas milésimas y hace que el tiro salga desviado, impactando en la cara de un sorprendido Andrés, también de su clase. Aquello hace estallar a todo el mundo en carcajadas, incluso ella…
               Su cara pasa a transformarse en un tomate y ruega a Dios que retroceda unos segundos e el tiempo para corregir su fallo o que la tierra le trague.
               -Muy buen lanzamiento, Sergio Ramos –opina alguien que conoce de sobra a su espalda, dándole un golpe amistoso en su hombro. Con ese comentario, la gente vuelve a formar una tormenta de carcajadas. Definitivamente se quiere morir.
               -Vete a la mierda Juanjo –murmura Darío como a los dos chicos que comparten con él la habitación 237. Se da la vuelta y se encuentra con ellos, sus dos grandes y supuestos mejores amigos: Iván y Juanjo, aunque en ese momento, duda de su amistad.
               -Vamos Darío, no te enfades, solo era una broma –comenta Iván divertido caminando hacia la tumbona en la que Darío se había instalado. Allí deja sus gafas de Sol y su toalla del Ché acompañado por Juanjo, que hace lo mismo.
               -Por vuestra culpa he quedado en ridículo delante de ella –les reprocha Darío en una voz audible solamente para los tres amigos.
               -A ella le caes bien –comienza a decir Iván sacando su LG5 del bolsillo de su bañador blanco y azul de Billabong.- Quiero decir, conozco muy bien a Erea. Le encantan las bromas y las gracias.
               -Y con esta, se ha reído bastante –afirma Juanjo.
               -Ya te digo. Así que en realidad, deberías agradecérnoslo.
               -Bueno, mirado de ese modo, si… Pero aun así, la próxima vez de asustarme, mantened la boca cerrada y dejadme hacer un buen pase.
               -No te quejes. A Erea le encanta Sergio Ramos y tú ahora mismo lo has clavado.
               -Juanjo, vete a la absolutísima mierda de búfalo.
               Iván y Juanjo ríen el comentario y Darío los mira durante unos segundos, totalmente serio. Pero al cabo de un rato, ´él también esboza una amplia sonrisa.
               -¿Qué os parece darnos un chapuzón? –Pregunta Juanjo quitándose su camiseta de Slikpnot dejando su torso al desnudo.
               -Por mi vale, Mario Casas –comenta Darío riéndose.
               -Vete ahora tú a la mierda…
               -Yo voy ahora dice Iván.- No me refiero a la mierda, sino que a la piscina. Pero primero voy a llamar a Xabi a ver si también se viene.
               -Muy bien.
               Iván llama y espera hasta que salta el contestador de su amigo, que como resultado, hace que comience a reírse de nuevo.
               <<Hola, soy Xabi. Si eres Iván, Darío, Juanjo o alguno de mis amigos, vete colgando, que estoy trincando con Carla. Si eres mi madre, tú no has escuchado nada. >>
               -No me coge…

               -No llames más, estará muy ocupado –y lo tres ríen el comentario de Juanjo mientras ponen rumbo a la piscina, sin saber que uno de ellos hará mucho daña a Xabi muy pronto.

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